A lo largo de sesenta años, Le Corbusier utilizó una amplia variedad de medios para explorar los temas y las formas de su arte, desde el dibujo hasta el urbanismo, pasando por la pintura, la arquitectura y la escultura. Descubrió el tapiz por primera vez en 1936, en respuesta a una solicitud de Marie Cuttoli, quien en ese momento encargaba obras de arte tejidas en una fábrica en Aubusson a pintores modernos. Sin embargo, fue doce años más tarde que manifestó su interés por producir obras de arte tejidas a partir de sus dibujos y llegó a esta ciudad del centro de Francia, donde se había iniciado un verdadero renacimiento del tapiz, por iniciativa de Jean Lurçat y Jean Picart Le Doux.
Esta faceta de Le Corbusier es poco conocida, sin embargo, realizó alrededor de 30 tapices los cuales hablan de sus procesos creativos y sus inquietudes fuera de la arquitectura. Debido a esto, la Galería Almine Rech en Nueva York presentará una muestra del 14 de septiembre al 22 de octubre de 2022 en donde se recopilan tapices históricos de toda la carrera de Le Corbusier. Muchas de las obras –que datan de 1936– se presentan por primera vez al público siendo extraídas directamente de la Fundación Le Corbusier o de colecciones privadas y públicas (como MoMA)
Su interés por este arte responde al desafío planteado a los arquitectos por Fernand Léger, a quien culpaba de “imponer radicalmente” sus superficies “lisas” y “nuevas”. Le Corbusier llegó a creer que “por su textura, su material, por la realidad de su producción”, el tapiz “aporta su propia calidez a un interior”, como escribió en 1962 a Pierre Baudouin, un joven profesor de la escuela de arte de Aubusson. A partir de 1948, Baudouin le permitió transponer algunas de sus composiciones puristas de la década de 1920 y hacerse eco de los ensamblajes de objetos “con reacción poética” que habían seguido. Este diálogo con el fiel “artista de la lana” Balduino continuó hasta la muerte del arquitecto en 1965. Gradualmente, los temas de sus caricaturas se ampliaron, por ejemplo, con la introducción de las figuras femeninas que poblaban sus dibujos y pinturas. Para Le Corbusier, las obras de arte producidas en Aubusson no estaban meramente destinadas a decorar residencias de élite. Definiéndolos con el neologismo Muralnomad, seguramente inspirado en sus viajes por el norte de África, los percibía como componentes móviles de las viviendas modernas, que se pueden “desmontar de la pared, enrollar, poner bajo el brazo cuando se quiera y colgar en otra parte."
- Almine Rech.
De manera reveladora, el trabajo de Le Corbusier sobre los cartones destinados a Balduino materializa la unidad de su pensamiento artístico. En contraste con su actitud anterior durante el período purista, cuando sus pinturas habían determinado los planos de sus casas, afirmó en una carta al arquitecto brasileño Oscar Niemeyer que había “encontrado en el tapiz una abertura capaz de recibir parte de [su] mural obra donde [su] vocación de pintor encuentra su sustento arquitectónico en plena conciencia.”
La variedad de técnicas artísticas utilizadas por Le Corbusier para diseñar los cartones de unos veintiséis tapices que produjo Balduino se puede ver en las obras de arte reunidas por la galería, desde lápiz de color hasta pastel, óleo y papier collé. De esta forma, la exposición revela todos los recursos de un arquitecto que le había dicho al director del Museo Guggenheim, James Johnson Sweeney, en 1957: “Soy pintor, muy en serio”. Al explorar todos los procesos utilizados en el papel, la exposición expresa la viveza de su imaginación al revelar la originalidad y la fuerza de sus obras de arte tejidas dentro del contexto más amplio del tapiz de la posguerra.
- Jean-Louis Cohen, historiador de la arquitectura y comisario de Le Corbusier: un atlas de paisajes modernos en el MoMA (2013).
Para más información visita Almine Rech.
